Xóchitl frente al espejo
Por Mario A. Medina
Inicia este 2024. Las encuestas muestran que, salvo que suceda una verdadera catástrofe, Xóchitl Gálvez va a perder.
No sé si vaya a ocurrir algo así como una “derrota histórica” de la candidata del PRIANRD como algunos comentaristas han vaticinado, pero sí creo que el fracaso va a ser un hecho.
Es claro que Xóchitl está siendo utilizada por una “nomenklatura” política encabezada por Claudio X. González; los dirigentes del PAN, Marko, el gris Cortés; del PRI, Alejandro, Alito, Moreno y Jesús Zambrano con el financiamiento de varios grupos empresariales.
En una de mis entregas anteriores, expuse que este clan tenían claro que ninguno de quienes eran sus posibles candidatos (Beatriz Paredes, Santiago Creel, Enrique de la Madrid) les garantizaba el triunfo en la Presidencia de la República el próximo domingo 2 de junio del 2024; tampoco la señora Gálvez, pero ésta, al menos, sí les permite al clan partidista y sus grupos, algunos espacios tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
El que fuera Xóchitl su candidata –calcularon-, les daba la posibilidad de ganarse el voto de un sector de izquierda y de centro izquierda, de los aspiracionistas molestos con Andrés Manuel López Obrador, por eso la insistencia de ella en su discurso, por cierto falso, de que está a favor de los programas sociales del presidente. Lamentablemente para éstos, Xóchitl se marchitó de inmediato; el problema fue que la inflaron artificialmente demasiado.
La candidata presidencial de la derecha se expone, pretende venderse como una trotskista, pero al mismo tiempo como una neoliberal; que se enfunda en una botarga de dinosaurio -que alude al PRI-, como una indígena, pero también como una mujer blanca, peinada y maquillada de salón, que renuncia a su aspecto original, por eso acude al fotoshop, a la inteligencia artificial.
Desde su designación como candidata, Xóchitl ha venido de tumbo en tumbo, sucumbiendo a ella misma, desde el plagio de su informe profesional; hasta la afirmación increíble de que en el quinto semestre de la carrera, pasó de ganar 2 mil 500 pesos a percibir 50 mil pesos.
No se diga aquella franca afirmación de que al priísta Alejandro, “Alito” Moreno no lo invitaría a su gabinete por corrupto, para luego retractarse y decir que sí; el muy conocido traspiés del telepronter o la torpe afirmación de que en Chiapas los indígenas trabajan menos que en los estados del norte.
Xóchitl está muy lejos de ser un “fenómeno social y político” como nos la han querido vender sus promotores. Es una mujer llena de ocurrencias y desmesuras; de chistosadas que ya no hacen gracia a nadie, lo que le ha valido estar muy lejos de las preferencias frente a Claudia Sheinbaum, y sigue en caída libre.
Frente a esa realidad, desde su cuarto de guerra, le dijeron que debería de culpar al gobierno de López Obrador de que prepara una “elección de Estado” y que busca “colonizar” al INE, con lo que pretende justificar anticipadamente su derrota.
A Xóchitl se le ve sola, abandonada física y moralmente, sin el apoyo que debería tener de los tres partidos de la alianza; ninguno de los tres dirigentes ha salido verdaderamente a arroparla; mientras que su equipo de campaña, le es más bien incómodo.
Otro problema que seguramente no fue decisión de ella es el asunto que tiene que ver con la identidad de la alianza que la postula. Pasó de conocerse como “Va por México”, luego “Frente Amplio por México”, después “Fuerza México” y, finalmente, al parecer, la alianza habrá de llamarse “Fuerza y Corazón por México”; un tema que pudiera considerarse menor pero que muestra una falta de congruencia o al menos pareciera que en la coalición no entienden lo importante que significa la identidad.
Se dice que “la identidad es un tema de vital importancia para el humano, pues esta nos da un sentido de pertenencia a diversos grupos sociales, de igual manera, es la forma en la que nos podemos diferenciar del resto de personas productos u organizaciones”.
A ella, la quisieron promover como una candidata ciudadana, sin partido, cuando a todas luces, al menos, ha estado muy cerca del PAN; dice ser de izquierda pero actúa como peón de una “nomenklatura” política y económica.
Se le olvida a ella que se le recuerda –como fotógrafa de fiesta con su periscope en 2016- grabando en el festejo de cumpleaños de Diego Fernández de Ceballos, a sus invitados: Carlos Salinas, José Córdova Montoya, Felipe Calderón, José Antonio Meade, Luis Carlos Ugalde, Ricardo Anaya, Muñoz Ledo, Carlos Slim, la “mafia del poder”.
No se le conoce de ninguna lucha social, más que las historietas que ella inventa, como aquella de era tan pobre, pero tan pobre que tenía que vender 600 gelatinas diarias para poder seguir estudiando la secundaria. Una aritmética básica nos dice que preparar esa cantidad de postres diariamente no le permitiría estudiar y que diario la población pobre le tenía que comprar tal cantidad de gelatinas. ¡Pobre Xóchitl!
Son tantas sus mentiras y sus malos cálculos matemáticos como cuando afirmó que pagaba 130 mil pesos mensuales de su seguro de vida. ¿En verdad, se tituló como ingeniera?
Xóchitl no aglutina, no se muestra como una líder, no lo es, simplemente sigue instrucciones, no da instrucciones; no es el personaje a la que el resto tenga la convicción de creerle, de seguirla.
A todo esto, habrá que sumarle los conflictos que hay al interior de la alianza entre el PRD, PAN y PRI por el reparto de candidaturas en el Senado y en Diputados, amén de las renuncias como la del perredista Silvano Aureoles.
El “fenómeno Xóchitl” sólo estuvo en los textos de las colaboraciones de Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Sergio Sarmiento, Leo Zuckermann y otros tantos que están seriamente preocupados porque su candidata no se cansa en meter la pata, al grado que Guadalupe Loeza, quien era una convencida promotora de Xóchitl, a la que le escribió que la ve “aburrida y frustrada; que ya no posee el encanto y la gracia que solía tener y que “nadie quiere un ama de casa como Presidenta”.
Su fracaso ha sido tal, sus regadas, sus metidas de pata, que tuvo que acudir a la llamada inteligencia artificial para grabar sus mensajes de campaña. En realidad, no estaremos viendo a la candidata sino a una “inteligencia artificial generativa eficiente”, cuyos mensajes son alimentados por un grupo de expertos. No estaremos viendo a la Xóchitl de carne y hueso. ¿De qué tamaño es la desconfianza de su equipo en ella que tuvieron que decidirse por una inteligencia artificial?
Si ganara, ¿quién gobernaría ella o la inteligencia artificial?
Comienza el año de la campaña. Xóchitl está frente al espejo que refleja sus contradicciones.
Debe saber que mirarte al espejo te permite ver tu realidad, saber de tus defectos y virtudes, siempre que esté frente al espejo tu parte crítica.
¿Qué le dirá la posible Xóchitl ecuánime a la Xóchitl “xingona”?
Que no le cuenten…
Si no está frente al espejo, seguramente Xóchitl ya empezó a escuchar a quienes le mintieron de que era un fenómeno electoral. Ahora, reconocen, “Va mal”.