Opinión

Los saldos de la marcha

Por Nacho Ramírez

La marcha del pasado domingo para “defender” al Instituto Nacional Electoral (INE) ha dejado saldos interesantes. De entrada, por fin, una parte de la sociedad de nuestro país salió de manera masiva a la calle para protestar contra la reforma electoral que el Presidente Andrés Manuel López Obrador había enviado a la Cámara de Diputados. 

Fue sorprendente para muchos, estoy seguro, haber visto la cantidad de personas de un sector social bastante conservador que llenó una buena parte de la explanada del Monumento a la Revolución y, al menos, dos calles que desembocan en ese punto. 

Grave error político el del secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres quien quiso minimizar el número de asistentes. Aseguró que habían participado entre 10 y 12 mil personas; hasta el mismo Presidente López Obrador tuvo que enmendarle la plana cuando dijo que pudieron haber sido 60 mil, incluso su jefa, Claudia Sheinbaum, consideró que pudieron ser hasta 65 mil. 

Sin ser experto, es posible que hayan sido alrededor de 100 mil personas, tampoco las 640 mil que el señor Carlos Alazraki asegura participaron, y ha pedido a sus seguidores, una buena parte de panistas y priístas, que repliquen esta mentira, que por cierto es muy dado a mentir como él mismo lo reconoce, porque desde luego que no llegaron a ese número los que salieron a rezongar. 

Pude estar presente en dicha marcha. Me llamó la atención el desconocimiento profundo que pude observar tanto de manera presencial como en las redes sociales de esas personas en torno a la reforma electoral del Presidente de la República. 

Estos grupos sociales, particularmente, gente de clase media y alta, que decían lamentar, previo a la marcha, que el Presidente se dedicó a descalificarlos y a ningunearlos,hacían los mismo en su gritería, y hasta en un tono sumamente clasista, mostrando una interesante estupidez supina, pues muchos suponen que este sector social está, al menos, bien preparado e informado.

Lo interesante es que, cuando menos, estas organizaciones que se dicen ser de la sociedad civil, realmente son panistas,expresaron no sólo su interés de defender a institución como el INE que tiene muchos positivos pero que lamentablemente también, ha sido cooptada por intereses políticos y, por lo tanto, que su papel como árbitro electoral ha dejado mucho que desear.

Es en este último punto donde los caminos se bifurcan, donde se enfrentan al menos dos posiciones, los que exigen no se le toque al INE, que no sufra cambios, que así está bien, y quienes recuerdan el cúmulo de fraudes electorales que se han cometido, al menos con el disimulo del Consejo General del organismo y muchas otras irregularidades.

Es claro que la reforma electoral del Presidente López Obrador no va pasar, y él lo sabía, por eso dice que está estudiando un plan B, que es de suponerse ya lo tiene para, al menos, proponer en una ley que permita la elección por voto popular de los consejeros y magistrados del INE y del Tribunal, asunto que tampoco se ve sencillo.

Este pasado fin de semana pudimos observar la fuerza de una derecha que estaba guardada, metida en sus casas. Habrá que ver si al final no es lo suyo salir a las calles como le sucedió a la organización derechista FRENAA que nunca cumplió con su compromiso de dejar la plancha del zócalo de la CDMX hasta que se fuera el señor “López”.

Producto de esta marcha, en dos semanas más, como respuesta,  veremos la fuerza del Presidente de la República que en la mañanera de este miércoles anunció que adelantará su informe al cumplirse el cuarto año  de su gobierno, pero que en realidad es para mostrar el músculo de su movimiento. 

Él mismo ha dicho que encabezará la movilización porque,aseguró: “ya me estoy hamburguesando”. La movilización anunciada para el domingo 27 saldrá del mismo punto donde partió la derecha, aunque el punto final será el Zócalo, cuya plancha ha servido para medir el tamaño de las simpatías electorales de los mexicanos.