El panista taquero
Por Mario A. Medina
En diferentes momentos en el aeropuerto de la CDMX topé con turistas extranjeros; su pregunta era invariable: “Dígame dónde se comen los mejores tacos de México”. Mi respuesta era la misma: “híjole, hay muchos pero muchos donde se pueden comer rico”, aunque había ocasiones que les recomendaba algunas taquerías que son mis favoritas:
“El paisa”, en Coruña y Viaducto; “Don Beto, La cochinada”, en José María Vertiz en la Narvarte; “El Borrego Viudo” en avenida Revolución; “El Papi” en la Villa; los de la Plaza Meave y “El huequito”, en el Eje Central; “El Pastorcito” en Lorenzo Boturini; “El Gran Abanico” en Gutiérrez Nájera en la colonia Tránsito; “Los Cocuyos” en Bolivar en la colonia Centro; “Zacapu”, en la Lagunilla. En fin, son miles las taquerías con nombres variados como sus tacos mismos.
La diversidad de tacos es también es grande: al pastor, suadero, de tripa, de cabeza, de carnitas, de guisado, ahogados, flautas, árabes. Los más solicitados, al pastor y suadero; ah, y los campechanos.
Unas taquerías atienden en puestos metálicos, otras en locales; en plazas comerciales como la de Meave; algunas más en lugares exclusivos en los llamados “mall”; en colonias populares, la Doctores, Tepito, Guerrero, en el Centro de la ciudad de México o famosas como la Narvarte, Del Valle, Roma, Escandón.
Fuerte impacto se llevaron quienes el miércoles fueron a comer tacos árabes en DonEraki, cuando un señor de edad de cabello completamente blanco amenazaba con un cuchillo cebollero a una empleado del Instituto de Verificación Administrativa (Invea) del gobierno de la Ciudad de México. Sumamente irritado, cogió al muchacho del cuello, y con la enorme cuchilla amenazó. “¡Te lo voy a clavar!”, le advirtió.
Daniel Tabe es padre del Alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, seguramente creyó que por ser el papá del funcionario podía violentar al menos tres permisos de la normatividad que debe cumplir todo negocio. Se sabía intocable, todo poderoso y, por lo mismo, creía que no estaba obligado a cumplir la ley.
Para el alcalde blanquiazul, la visita del personal del Invea a la taquería es un asunto con “trasfondo político”, una acción “mala leche” dictada desde el gobierno de la CDMX cuando hoy se sabe que funcionarios de MH habían exentado a la taquería de cumplir con los reglamentos respectivos, como por ejemplo el uso de suelo. El perdón de incumplir la ley, se lo daba el “privilegio” del poder de su hijo.
Si la visita del personal del Invea hubiera sido un asunto “con trasfondo político”, como acusó el alcalde, éste, como copropietario del negocio, estaba obligado a demostrar con papeles en mano que cumplían plenamente con la normatividad, y si hubiese sido así, le hubiera callado la boca a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Tabe hijo mintió, pero además quiso pasar como víctima. No fue así.
En el recuento de daños, por las descalificaciones en las redes sociales a Daniel Tabe, le dieron a leer un mensaje donde reconoce su “error” y ofrece una disculpa; su hijo lo replicó, justificando su “reacción” y su “error”. No, no fue un error, fue un intento de asesinato con un arma en mano, un ataque directo en contra de un empleado que hacía su trabajo, pero que para su desgracia fue video grabado
El perfil de este panista taquero es el mismo de muchos quienes dirigen al PAN, de muchos de sus diputados, de sus senadores, de su “líder, Marko, el gris, Cortés, quienes se sienten orgullosos de retratarse con Santiago Abascal, líder del partido más xenófobo, racista, machista y antiinmigrante de España, Vox.
Es sólo cuestión de leer los tuits del papá del alcalde en Miguel Hidalgo para darse cuenta que en él prevalece el odio, el clasismo, su ser racista y xenofóbico. Es heredero del Abascal mexicano, un personaje discriminador contra los de piel morena, los indígenas, los empleados, contra la comunidad LGBTT. Su doble moral sobresale, su prepotencia también.
La corrupción de éstos es también su signo, sino que lo digan los del llamado “Cártel Inmobiliario”, que por ciertomuchos empleados quienes trabajaban en la alcaldía Benito Juárez, que gobernó el también panista Jorge Romero, presuntamente vinculado en el fraude inmobiliario, hoy trabajan para la Miguel Hidalgo.
A decir del estudio, “Historia del abuso del poder e México” de la UNAM, “México es el país de la impunidad. Un país que ha sufrido grandes abusos de poder que han marcado su historia. Donde la corrupción, el influyentísimo y la represión son piezas claves para entender este fenómeno. El abuso de poder –se afirma- se sustenta en prácticas de intercambio social en los que se ejecuta una conducta basada en una relación de poder jerarquizada y desigual”.
Aún recuerdo al “Borja” aquel taquero que mi papá lo llamaba así por su gran parecido con el jugador de los Pumas y del América, Enrique Borja; un muchacho sencillo, oriundo de Jalisco. Recuerdo que decía: “hay que cumplir con los reglamentos de salud y pagar impuestos”.
“El Borja” era aquel taquero humilde sin poder alguno más que su puesto metálico en la esquina Manuel Doblado y Costa Rica en el Centro de la CDMX; sí, muy distinto al panista taquero prepotente, intocable, todo poderoso de la Escandón.
Que no le cuenten…
Cada vez que un presidente o gobernador concluía su mandato, dejaba “herencia”. Es decir, dejaba en cargos importantes a familiares, amigos, jueces, diputados como lo hizo el de Coahuila, Francisco Cabeza de Vaca, quien terminó este viernes su encargo. Unos días antes, otorgó más de 60 notarías a amigos panistas y funcionarios.
Uno de los propósitos es blindarse por cualquier cosa. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña dejaron en cargos a cuates, que les has permitido tener desde pitazos hasta evitar pisar la cárcel, y los que llegan a allí, cuentan con la “solidaridad” de jueces amigos.
Jesús Murillo Karam dejó herencia en la Fiscalía General de la República, además hizo amigos en el poder judicial que le permitió se le otorgara en estos días una suspensión definitiva de vinculación a proceso en su contra por el caso Ayotzinapa.
También dejan amigos entre comunicadores quienes con sus plumas pretenden mandar al paredón a Alejandro Encinas por atreverse a señalar la posible responsabilidad de uno o varios militares en la muerte de los 43 estudiantes.
Con toda la connotación que ello significa, comparar a Encinas con aquel tristemente Pablo Chapa Bezanilla, el de La Paca, que la contrató por sus “poderes” como vidente, pues Chapa aseguraba que ella sabía del paradero de Manuel Muñoz Rocha, quien fuera señalado como el autor intelectual del crimen del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu.
“Este coletazo del pasado – ha dicho Encinas- se ha colmado de afirmaciones sin escrúpulo fundadas en el dolo, la ignorancia y la mala fe”.
Para eso sirve la herencia, para blindarse políticamente, judicialmente y, desde luego, mediáticamente.