Opinión

Tapados, destapados y “corcholatazos”

Por Mario A. Medina

Como diría Calzónzin, aquel extraordinario personaje de Eduardo del Río, Rius en “Los Agachados”: “Hay que ponernos a tono con la situación del país”. Hablemos pues de tapados, destapados y corcholatas – ¡a ver si Carmen Salinas no le quiere cobrar al Presidente derechos de autor! -.

Fue precisamente en “Los agachados” donde Ruiz dio vida a ese personaje que en realidad lo inventaron los políticos mexicanos. Eduardo del Río le dio substancia al “caricaturizarlo”. Fue en esa revista que se convirtió en un instrumento de cultura popular por allá de los años 70, pero de manera particular un medio de concientización política, un “ícono de la crítica nacional”, donde de vez en vez, “El Tapado” hacía su aparición. “El Tapado” de Rius es un personaje sacado del vodevil de la política mexicana. 

En tanto al “Gran Elector”, al Presidente de la República en turno, lo ilustra a partir del estereotipo del cacique o político provinciano “omnipotente de la época porfirista”: calvo, bigote poblado y recortado, lente oscuro y sentado en un sillón ejecutivo, detrás de un gran escritorio y con puro en mano. Es decir, “El Gran Tlatoani” quien tiene la“atribución” de elegir a su sucesor quien dirigirá los “patrios destinos”.

Se dice que primer “El Tapado” fue Adolfo López Mateos, pues estaba en el octavo, si acaso en  séptimo lugar de los aspirantes a suceder a Adolfo Ruiz Cortines. Sin embargo para el Presidente Andrés Manuel López Obrador, Manuel González, el compadre de Porfirio Díaz, fue el primer “Tapado”. 

Otros quienes pueden ser considerados también como “tapados” fueron Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) quienes de alguna manera se convirtieron en “los ungidos” del general Plutarco Elías Calles, quienes eran sus incondicionales. Vendrían más gobiernos, y el presidente en turno era el que decidía quién iba a ser su sucesor. 

Cuando Calles era el mandón, decidió por otro general quehabía trabajado a sus órdenes: Lázaro Cárdenas del Río. Éste se resolvió por el general Manuel Ávila Camacho sobre su amigo el también general Francisco J. Mújica a quien todo mundo lo veía como el continuador del proyecto sexenal del expropiador petrolero.

Ávila Camacho favoreció al veracruzano, Miguel Alemán Valdés frente a Ezequiel Padilla que al no verse favorecido se convirtió en opositor. Alemán ya se había decidido por su primo, el regente de la ciudad de México, Fernando Casas Alemán. La “leyenda urbana” cuenta que el primo perdió la candidatura por la boda “suntuosa” de su hijo. Alemán Valdés dirigió entonces su dedo y apuntó hacia Adolfo Ruiz Cortines

Ruiz Cortines es considerado como uno de los presidentes que jugó maquiavélicamente con las aspiraciones de su equipo: Gilberto Flores Muñoz, Ignacio Morones Prieto, Ángel Carbajal y otros más, de diferentes formas, claro, por separado, les hacía creer serían el próximo Presidente de México. A López Mareos “no lo recibía, no le contestaba la red telefónica, no le concedía acuerdo, convocaba a sus subsecretarios”. Al final mediante un boletín de prensa, el PRI dio a conocer que el bueno era el tocayo del señor presidente.

Gustavo Díaz Ordaz a quien se le reconocía una gran afinidad por Alfonso Corona del Rosal y una destacada amistad por Emilio Martínez Manatou, se decantó por Luis Echeverría quien nadie se hubiera imaginado sería el candidato priísta. En tanto, Echeverría favoreció a José López Portillo aunque dejando en el camino a políticos de cepa y muy cercanos a él como Porfirio Muñoz Ledo y Mario Moya Palencia, por el que tenía gran afecto.

López Portillo sacó de la jugada a quienes entraban en controversia legal, por aquel requisito de que para ser Presidente de la República, se necesitaba ser mexicano por nacimiento y de padres nacidos aquí. Quedaron descartados Carlos Hank González, Jesús Reyes Heroles y José Andrés de Oteyza. Echó a Carlos Tello y a Julio Rodolfo Moctezuma por un pleito entre los dos economistas. Al final se decidió por Miguel de la Madrid. 

De la Madrid frente a la exigencia de la Corriente Democrática del PRI que encabezaban Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo de que el candidato surgiera de una elección interna y democrática, inventó una “pasarela”: Ramón Aguirre Velázquez, Manuel Bartlett Díaz, Alfredo del Mazo, Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar y Carlos Salinas de Gortari. Una faramalla de debate.

Un rumor a media noche corrió ese día. Emilio Gamboa Patrón, Secretario particular de De la Madrid, remitió una tarjeta a Federico de la Madrid, hijo del presidente, para notificarle por quién se había decidido su papá: “El bueno es SG”, escribió.

Dicen que muchos se fueron con la finta. Entonces, Alfredo del Mazo destapó a Sergio García (SG) Ramírez, quien era el Procurador General de la República, pero se había equivocado de “caballo”. Una parte de la “Cargada”, un motón de “lambiscones” fueron a ponerse a las órdenes de quien no era el “bueno”. Al conocerse el “error”, esa “Caballada” fue reverenciar a Carlos Salinas de Gortari (SG), quien era Secretario de Programación y Presupuesto.Años después De la Madrid habría de confesar su arrepentimiento por haber “palomeado” a Salinas. 

En su tiempo Salinas hizo creer a varios de sus “amigos” de juventud del gabinete que podrían ser los ungidos, como fue el caso de Manuel Camacho Solís y Emilio Lozoya Thalmann, mientras fue moldeando, inventando a quien lo habría de suceder, un joven político que fuera a su imagen y semejanza, que garantizara la continuidad de su proyecto de gobierno: Luis Donaldo Colosio, pero el asesinato del sonorense, le permitió por segunda vez tener otro “tapado” que por los “tiempos constitucionales” no pudo ser Pedro Aspe Armella, su segunda carta. “El nuevo Tapado” había despachado en la Secretaría de Educación Pública: Ernesto Zedillo Ponce de León.

El Presidente politécnico no era un político, político y por lo mismo no era bien visto por las corrientes priístas. Sus preferidos eran Guillermo Ortiz y José Ángel Gurría. Pero el priísmo se “reveló”  en una asamblea nacional donde impusieron “´candados´ irreversibles en sus estatutos y cerraron las puertas a la voluntad presidencial la cual tuvo que aceptar que el candidato priísta fuera Francisco Labastida. Por primera vez el “Señor Presidente” no decidía quién lo iba a sustituir.

La continuidad priísta no se dio y llegó Vicente Fox que a pesar de las diferencias con su compañero de partido, Felipe Calderón, que si bien no era su candidato favorito, lo apoyó con todo el aparato del Estado para que ganara la Presidencia, la cual hasta la fecha hay muchos indicios de que sí se la robó. 

Calderón se decidió por una mujer, Josefina Vázquez Mota, quien era muy cercana a él pero que al final, igual como lo hizo Fox, la dejaron sola, apostando por debajo del agua por Enrique Peña Nieto quien fue el “El Tapado” de Televisa, empresa que le creo una imagen al estilo el Canal de las Estrellas.

“El Tapado” de Peña Nieto, quien fuera su elegido, era como recibir el “beso del Diablo”. La corrupción de su gobierno era galopante. Los “tapados” priístas sabían de la fuerza del opositor Andrés Manuel López Obrador y sabían que quien compitiera contra él perdería, salvo que se llevara a cabo un súper fraude, pero era casi imposible. El “sacrificado” fue José Antonio Meade. Excelente economista, pero mal candidato. 

“El Tapado”, fue un mecanismo “perverso porque se basaba en engaños y mentiras, mediante el cual el Presidente mentía al pueblo y a los posibles tapados, pues no enseñaba su juego”; pues mandaban señales tramposas para que los que ya se sentían se creyeran.  

Los caricaturistas han jugado durante todo este tiempo con algunos simbolismos en sus trazos para tratar de “adivinar” quién podría ser el nuevo “ungido”, como lo llegó a hacer Abel Quezada quien decía: “Mi oficio no tiene nombre, yo hago textos ilustrados”. Una vez ilustró: “El Tapado fuma Elegantes”. López Mateos aspiraba esa marca. 

López Obrador ha dicho: “Ya no hay tapados, yo soy el destapador”. P´a pronto ya destapó a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma,  Juan Ramón de la Fuente y Rocío Nahle.

¿Será que Andrés Manuel está jugando con ellos como lo llegaron a hacer otros presidentes? ¿Será que las“corcholatas” son simples piezas de “lámina” puestas en un tablero de ajedrez en tanto las cambia por las de marfil? ¿Será un distractor como dicen sus opositores? ¿O será que las reglas del juego en verdad ya cambiaron, que la 4T busca, transformar, digamos, democratizar este mecanismo?

Una cosa es cierta, Andrés Manuel ha reconocido que la tradición continúa: “¡Yo el destapador!” 

Que no le cuenten…

Cuatro historias de destapes, dedazos, ungidos y más:

En su libro, “La Herencia” de Alfaguara, Jorge Castañeda relata que el presidente Gustavo Díaz Ordaz estaba claro que él debería decidir quién sería su sustituto; convocó “a los jerarcas del partido, nueve en total, para mentirles de manera brillante: ´Me permito comunicarles que don Alfonso (Alfonso Martínez Domínguez, presidente del PRI), el líder de nuestro partido, después de haber celebrado una auscultación muy completa, como a ustedes les consta, ha llegado a la conclusión de que el candidato que reúne las mejores condiciones es Luis Echeverría´. A renglón seguido, y para perplejidad de los aludidos, agregó: ´Como miembro distinguido del partido he sido comisionado para comunicárselos. Entiendo que ustedes también han llegado a esa conclusión. Los felicito por esa decisión, que yo comparto´”.

Luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el PRI enfrentaba un serio problema sus “hombres fuertes para sustituir al mal logrado candidato no cumplían con los requisitos que estipulaba la ley federal electoral para reemplazarlo. 

Fue el propio Salinas quien a través de lo que se conoció como el “video dedazo”,  mandó un mensaje muy claro a los priístas que entre ellos se peleaban para ser el nuevo ungido. “El Presidente reunió a gobernadores, al Comité Ejecutivo Nacional del PRI e integrantes de su gabinete para proyectarles un video donde Colosio, aún en vida, hablaba positivamente de quien, hasta su muerte, había sido su coordinador de campaña”, Ernesto Zedillo. El mensaje fue entendido por todos, y todos se dieron por enterados de quién sería el nuevo coronado.

En tiempos de José López Portillo, el entonces gobernador de Guerrero Rubén Figueroa hizo declaraciones un tanto folklóricas que se fueron a las primeras planas de los diarios: “La Caballada está flaca”, afirmó. Estaba cerca el “destape” de quien sustituiría de López Portillo. Muchas son las interpretaciones de aquella expresión política. Unos dicen que fue en alusión a que los candidatos visibles eran de poca monta, bastante grises, otros creen que fue una forma de criticar desde el sistema, la designación unipersonal de candidatos. 

“¡El que se mueve no sale en la foto!”, frase original del Alfonzo Guerra González, filósofo y político español, que fue retomada por y popularizó Fidel Velázquez, político y sindicalista mexicano, líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). “Don Fidel” se refería a la sumisión o “disciplina” que se debía tener todo priísta hacia la alta jerarquía del partido, y que aspiraba a ser “El ungido”, luego el Presidente y, posteriormente, “El Gran Elector” que por “dedazo”, seis años después habría de destapar al nuevo “ungido”.

El Sempiterno líder cetemista fue uno de los pilares para los candidatos tricolores que por instrucciones del señor Presidente le correspondía dar la noticia, digamos, oficializar el destape y preparar el guateque.