La cuña de Presidente
Por Mario A. Medina
Si nos atenemos a las versiones de que el presidente Andrés Manuel López Obrador les pegó un fuerte “regaño” a los 31 súper delegados estatales por los recientes resultados electorales, pues si bien se ganaron once gubernaturas de quince, las secuelas dejan mucho que desear, sobre todo cuando se hace el análisis puntual, profundo, no conformista.
En el diario El Financiero, el periodista Leonardo Kourchenko, dio a conocer una versión del encuentro el pasado lunes 14: “El mensaje fue claro, sin ambigüedades y con un tono más que enérgico: AMLO los acusó de soberbios, envanecidos, ambiciosos, vulgares, individualistas, buscando sólo su propio beneficio personal, peleando cotos de poder como si hubieran muchos proyectos: ´Que les quede claro -espetó el presidente- proyecto sólo hay uno´. ¡Vaya regaño!”
Kourchenko destaca dos datos que él llama “relevantes”. El primero habla de que “Claudia (Sheinbaum) se equivocó, no debió hacer caso a sus expertos y cerrar la ciudad en la pandemia; se distanció de las bases, dividió, no buscó la unidad, debió impulsar más programas sociales”, habría de acusar el mandatario.
Efectivamente era claro que muchas veces la Jefa de Gobierno de la Ciudad decidió no seguir la línea de cómo debería atender el problema de la pandemia en la ciudad capital que marcaba el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. Incluso, el hecho de que ella sí portara el cubrebocas, se veía como un acto de “rebeldía” inusual de su parte.
El segundo dato “relevante” tiene que ver con los resultados en la alcaldía Cuauhtémoc. A decir del que fuera conductor en algún momento del noticiero estelar de Televisa, López Obrador se refirió al Coordinador de la bancada de Morenaen el Senado, Ricardo Monreal como “ese traidor”.
¿Será o no será? Hay quienes no descartan que sí haya sucedido lo narrado por el periodista, es por ello que tiene sentido la renuncia del coordinador general de Programas para el Desarrollo de la Presidencia de la República, Gabriel García Hernández, quien va de regreso a su escaño en el Senado.
El jueves pasado dijo a los reporteros que se trataba de una decisión personal. Hay quien asegura que ni él se la cree, que su renuncia a ser súper delegado es porque tiene otra tarea principalísima: “Convertirse en los ojos y oídos” del Ejecutivo federal en el Senado de la República, amén de que se debe dedicar a operar para el encargo presidencial.
Afirman: “Es que desde el balcón central que da a la plancha del Zócalo la mirada alcanza llegar hasta la esquina de Insurgentes y Reforma, y El Peje alcanzó a ver que desde ahí le están jugando a las contras a la 4T aunque el discurso de lealtad y compromiso sea otro”.
El papel que jugó García Hernández en su responsabilidad como súper delegado fue fundamental en estos casi tres años de gobierno de López Obrador, como también lo fue cuandoestuvo como director de Adquisiciones en la Oficialía Mayor, tiempo en el que el actual mandatario fue jefe de gobierno en el entonces Distrito Federal. Durante las campañas del presidente electo, se encargaba de gestionar recursos a través de la organización Honestidad Valiente A. C.
Es claro que García Hernández es de los colaboradores que sin ser mediático cuenta con toda la confianza del Presidente y por eso lo manda a una tarea muy difícil: Enfrentarse a un viejo lobo de mar, a un experimentado, inteligente político que viene de la vieja escuela del priísmo. “marrullero elegante” le dicen algunos.
López Obrador está retando dos frentes de guerra, por la guardia y por retaguardia. Al frente, declarados están, los que se han abierto con toda claridad, la derecha que tiene nombre y apellido: “Va por México”. Por el otro lado un personaje que muchos saben quién es y de sus alcances, de su forma de maniobrar y del que dicen: “no podemos confiar en él, pues es un lobo con piel de oveja”.
La tarea que tiene Gabriel García no es nada fácil. Llega al Senado como un calzo del Presidente para contrarrestarle poder a Monreal, asunto en cierta medida complicado porque durante estos tres años el Senador zacatecano se fue ganando a sus compañeros de Morena, no sólo por sus capacidades e inteligencia, sino porque desde el espacio que tiene, como “el que parte el queso”, en la Cámara de Senadores, supo ofrecerles el “dulce”: negociar mayor presupuesto para sus estados, espacios relevantes en las comisiones legislativas y “pelearse” por ellos con quien fuera para ser candidatos o candidatas a gubernaturas.
Su chamba estará centrada en regresar al redil a quienes se “enamoraron” de Monreal y “hablarles al oído”, a veces, “quedito” porque aún no están del todo convencidos de aliarse con el zacatecano o “dialogar fuerte” con quienes de plano se sienten ya monrealistas y están dispuestos a respaldar a su “jefe” senatorial para que sea el candidato de Morena, no en un primer momento, a la Presidencia de la República en el 2024, sino a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, para luego encaminarse rumbo al 2030 por una coalición que aglutine a los “arrepentidos” de Morena y a los “remordidos” de la derecha.
En su trabajo como súper delegado, Gabriel García conoció muy de cerca a los Senadores en su hábitat político y territorial, y desde su escaño, muy cerquita, deberá jugar hoy allí el mismo papel de súper delegado, y muy seguramente les ofrecerá intermediar a quienes se arrimaron con Monreal, programas integrales de desarrollo económico-social en beneficio de las comunidades, pueblos, municipios de sus estados o incluso, probablemente, por qué no, enseñarles su ficha negra.
Sí, su tarea no será nada fácil, pues como ya decía, el súper Senador del Presidente, se va a enfrentar a un peso completo, bien corridito y harto mañoso al que seguramente tiene la encomienda de acotar y si es posible minarle el poder que tiene por lo que, por pronto, tendrá que hacerse de pertrechos y aliados en la bancada morenista. Los nuevos tiempos y circunstancias exigen otro interlocutor más afín y de suma confianza de la 4T.
Que no le cuenten…
Dice AMLO que “cuando no mancha, tizna”. En días pasados desde EU, me preguntaban si era cierto lo que decía un libro de que el entonces candidato presidencial López Obrador le confió a un “amigo” bajo una ceiba y unas cervezas, que los pobres eran “una bola de hambrientos miserables”, entre otras linduras. El supuesto autor del libelo es un tal Arnulfo M. Licona Ocaña. Busqué el libro en internet, pues se promocionaba como gratuito. Nunca encontré el supuesto pasquín, tampoco al presunto autor, sólo supe del twittero: Juan Carlos @JuanCarM17. Al parecer el twitter no pasó más allá que lo vio mi amigo de EU. Sí, “cuando no mancha tizna”.