Desmemoria tramposa
Por Mario A. Medina
No nos debe de sorprender que ciertos comunicadores durante esta semana que termina han insistido en dejar sembrada su narrativa del “exterminio” en el Rancho Izaguirre en Teuchitlán, en el estado de Jalisco. Se puede aceptar pues, finalmente, ese es su papel como opositores al gobierno de la 4T.
Carlos Loret acusa que La Mañanera del Pueblo es un “centro de adiestramiento” de youtuberos que, a decir del conductor del noticiero de Hechos de TV Azteca, Javier Alatorre, esos influencers son unos “paleros”. Así calificó a quienes el martes pasado narraron, en La Mañanera, su experiencia en la visita al rancho. Afirma, fue para “engañar” a la audiencia y “tapar” lo que allí sucedió.
Raymundo Riva Palacio en su columna “Estrictamente Personal” aseguró que la del lunes, fue “la peor mañanera” porque durante una parte de la conferencia, “fue una lucha por cambiar la conversación, recuperar la iniciativa comunicativa y borrar de la mente y el mundo, que en ese rancho mataban personas”.
Los comunicadores han acusado que la conferencia de la presidentA sirvió para construir la idea de que “ahí no existió un campo de exterminio, sino en todo caso, uno de entrenamiento”. En todo caso, si ese fue el papel de esos youtuberos, ha sido un grave error de quien se le hubiera ocurrido tal idea.
Volvamos al principio. Veamos el contexto. No nos debe de sorprender que ciertos comunicadores sigan intentando sembrar la narrativa del extermino a partir de sus malquerencias, de juicios de valor, y no a partir de pruebas de peritos forenses.
Estos tres personajes del periodismo y otros muchos acusan al gobierno de recurrir a youtuberos a “sueldo”, cuya tarea, dice Riva Palacio, “resultó burda por la calidad de sus interlocutores”.
Con qué cara estos personajes pueden criticar el papel de esos youtuberos cuando en el pasado su actuación como comunicadores fue precisamente la de encubridores de los gobiernos del PRI y del PAN.
¿Su memoria es flaca? No.
Es verdaderamente sorprendente que vengan con estas acusaciones cuando ellos con su crédito o su silencio ni siquiera chistaron cuando el 24 de marzo de 2011, 715 medios de comunicación, asociaciones civiles e intelectuales avalaron el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” del entonces presidente Felipe Calderón.
El acuerdo destacaba: “Los participantes también se obligan a aplicar criterios editoriales para dejar en claro que la violencia es producto de los criminales. Además, se manifestarán en favor de limitar la difusión de imágenes y fotografías de violencia y terrorismo, impedir que los delincuentes o presuntos delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos, y omitir y desechar información que provenga del crimen organizado con propósitos propagandísticos, al tiempo de abstenernos de entrevistar a miembros de las organizaciones del crimen cuando exista sentencia condenatoria en su contra”.
Carlos Loret y Sergio Sarmiento fueron los maestros de ceremonia de la firma del acuerdo donde asistieron dueños de las televisoras, radiodifusoras y diarios nacionales. Aceptaron callar Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín, José Cárdenas, Carlos Puig, Denisse Maerker y muchos otros en todo el país. Claudio X. González se encargó de convencerlos.
Bien adiestrado Loret cumplió más allá de su papel de maestro de ceremonias. Dijo que habían llegado a un acuerdo para “proteger no sólo a los periodistas, sino a la sociedad entera” y “también a la libertad de expresión”. Cinismo absoluto.
El conductor estelar de TV-Azteca, quien, en su colaboración del miércoles en Reforma, calificó de “paleros” de Claudia Sheinbaum a los youtuberos, aquel 24 de marzo llamó a “tomar una postura” en sintonía con el acuerdo de guardar silencio de la violencia motivada por la delincuencia organizada por – justificaba-, “el impacto negativo que tiene en la población”, y pedía “fomentar la conciencia social”.
Raymundo Riva Palacio es un experimentado periodista que aprovecha su columna para servir a los poderosos. Es un maestro en la generación de mensajes políticos que le sirven a sus amigos, a sus socios; crea, recupera o desecha narrativas, según les convenga, y manda, entre líneas, “mensajes cifrados”.
Es capaz de, al menos, intentar borrar de la mente de sus lectores y del mundo, por ejemplo, que Genaro García Luna “es inocente” y que el verdadero narco en el gobierno de Calderón fue Pepe, El Toro.
En el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, como director de Notimex, guardó silencio cuando los asesinatos de perredistas; argumentaba que aquello del fraude electoral contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas era “política ficción”.
En el gobierno de Calderón, en 2007, ante el auge de “la inducción y la manipulación” de los medios por parte de los cárteles de la droga, Riva Palacio propuso que, “aun a costa de ratings y circulación”, no sería un acto de autocensura el suprimir la publicación de videos y fotografías de escenas de terror propiciadas por la estrategia mediática de los cárteles; sería más bien un acto de responsabilidad social”, validó.
En el pasado estos personajes justificaban su papel vergonzoso.Decían ser “responsables sociales”, y argumentaban que su propuesta “no es el silencio, sino informar con sentido de servicio a la sociedad y responsabilidad”.
Hoy, cuando un grupo de youtuberos afirma -a petición expresa o no- que el Rancho Izaguirre “no es un campo de exterminio, sino de entrenamiento”, quienes los acusan, se les olvida a estos y a otros muchos que jugaron ese mismo papel que hoy critican con severidad.
Frente a esto, suponen que su “calidad de interlocutores” les permite acusar con contundencia que, en La Mañanera del Pueblo, es donde “sí hay un centro de adiestramiento”.
Su desmemoria es tramposa, y es que se les olvida -claro, a propósito- que muchos de ellos acudían a Los Pinos a un centro de enriquecimiento, y no en una mañanera sino durante varios sexenios.
Que no le cuenten…
Penoso, verdaderamente penoso ver votar juntos a Morena y al PRI para salvar a Cuauhtémoc Blanco, y peor aún, a mujeres morenistas gritándole ¡”no estás sólo!, ¡no estás solo!”; también otros silencios.