Opinión

Recuerdos del Zócalo; soberanía y festejo

Por Mario A. Medina

La presidenta Claudia Sheinbaum había convocado este domingo 9 de marzo, a las 12:00 horas, a un mitin en la plancha del Zócalo, en respuesta al belicismo arancelario del presidente de los EU Donald Trump y en defensa de la soberanía.

El llamado, en un primer momento, fue para “enfrentar, juntos este desafío y mantenernos con unidad”, dijo ella. “Un acto de política interna que busca visibilizar el apoyo popular”, considera el analista Jorge Zepeda Patterson.

Tras la llamada de este jueves entre Claudia y Donald, la controversia dio un giro -al menos un mes-, pues Trump aceptó que México no tendrá que pagar nada que esté incluido en el T-MEC. El mitin informativo será además festivo por los acuerdos alcanzados, que habrá quien los califique de “poca cosa”, pero frente al madreador Trump son altamente valiosos, si no habrá que preguntarle al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski o al canadiense, Justin Trudeau. 

Han sido muchos los momentos en los que el Zócalo ha sido el teatro donde millones de mexicanos, de distintas corrientes ideológicas, se han pronunciado políticamente. Cómo no recordar aquel “Zócalo Rojo”: “El camino socialista a la democracia” que rezaba la propaganda electoral. Fue la primera vez que la izquierda llenó la plancha. El llamado a participar en aquel acto no sólo era electoral, era una convocatoria, no a colmar la plancha de cemento con miles de gentes, requería de la intervención concientizada de la población. El candidato de un amplio abanico de organizaciones de izquierda fue Arnoldo Martínez Verdugo. 

La historia marca diversos momentos de este espacio físico e histórico. Las hostilidades entre nuestro país y el vecino del nortehan sido muchas.  La guerra contra EU entre 1846 y 1848 permitió, con la victoria del ejército norteamericano, que la bandera de las barras y las estrellas ondeara en Palacio Nacional.

Los mexicanos salieron a defender la soberanía nacional en las batallas de Padierna y Churubusco. Nos enfrentamos a uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Patriotismo, lealtad, decisión, garra, fueron elementos con los que los mexicanos buscaron frenar el avance estadunidense.

Aquel momento fue devastador para nosotros como nación. La guerra que terminó en 1848 con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, obligó a nuestro país a ceder más de la mitad de su territorio a EU.

El 18 de marzo de 1938, sin lugar a duda, ha sido el momento más simbólico en la historia de ese espacio de 46 mil 800 metros cuadrados. Desde Palacio Nacional, a través de una emisión radiofónica en cadena nacional, el presidente Lázaro Cárdenas “anunció que su gobierno haría efectiva la Ley de Expropiación de 1936 que permitía declarar de utilidad pública recursos y bienes, con lo cual pasaban a ser propiedad de la nación. La resolución implicó la nacionalización y expropiación de la industria del petróleo”. 

Unos días después, el 23 de marzo, a la plancha, “de forma espontánea, llegaron cien mil personas de todas las clases sociales en una enorme manifestación de respaldo a la expropiación petrolera”. Fue una participación muy clara de la defensa de la soberanía nacional. 

El diario El Universal, del día siguiente, narró que “cientos de universitarios desfilaron frente a Palacio Nacional para mostrar su apoyo al presidente. La crónica contó que “a las diez de la mañana fueron abiertas las puertas del Palacio Nacional. Miles de mujeres entraron ávidas de dejar sus donaciones. Cada una llevó lo que tuvo por más valioso entre sus pertenencias. Los cubiertos de plata, el prendedor de oro, los aretes de brillantes, la loza fina, el caso de cobre, los muebles de familia, el abrigo, la estola, zapatos, trastos, peinetas, jarrones, colchas, planchas, radios, sus animalitos”.

El Zócalo ha sido espacio para todo tipo de expresiones políticas, liberales, conservadoras; de derecha, de izquierda. Unos entregando al país, otros defendiéndolo. Estos últimos han sido quienes más veces han ocupado este lugar donde alguna vez se asentó la Gran Tenochtitlan. Ha sido un espacio de controversias en las cifras del número de personas que pueden atiborrar la plancha: “Cien mil”, “250 mil”, “medio millón”, “un millón”, “más de un millón”. 

En los gobiernos del PRI se llenaba con “acarreados” que aplaudían al presidente en turno; era marco para el desfile militar del día de la independencia o el desfile deportivo del 20 de noviembre. Punto de encuentro de las expresiones culturales, culinarias, de eventos deportivos, de ferias del libro.    

Lo fue también para que, previo al trágico 2 de octubre de 1968, el 27 de agosto, un grupo de estudiantes protestaran e izaran un lienzo negro y rojo en la asta bandera monumental, “símbolo de rebelión-resistencia-insumisión”. Las notas periodísticas (Excélsior) destacaban: “…es nuestra plaza, la hemos ganado y no la vamos a abandonar. Después se escuchó el Himno Nacional y ardieron miles de antorchas de papel que iluminaron la enorme plaza”.

Ha sido sitio para denunciar los fraudes electorales en 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas y, en 2006 y 2012, contra Andrés Manuel López Obrador; en 2018 fue el escenario del triunfo de la esperanza con la llegada del primer gobierno emanado del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) encabezado por López Obrador; ágora de la fundación del PRD el 5 de mayo de 1989; la toma de posesión de AMLO, el 20 de noviembre de 2006, como “presidente legítimo”.

Donde el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA) se instaló en septiembre de 2020 en un plantón con el que, según sus dirigentes, sacarían al mandatario del gobierno. Se les recuerda más por abandonar la plaza sin cumplir su objetivo; donde por primera vez la derecha pudo llenarlo en dos ocasiones, cuando lo pintaron con lo que llamaron: “La Marea Rosa”.  

Este domingo seremos testigos de un evento singular. El Zócalo de la Ciudad de México se verá pletórico de mexicanos y mexicanas que querrán hacer historia, no para aplaudir a un político, no.  Será un acto de intervención concientizada de la población, de absoluto respaldo a su presidentA, tras la embestida del grandote buleador y del logro alcanzado.

Este domingo el Zócalo será un espacio muy parecido como aquel 23 de marzo de 1938, donde la gente llegará, sí, en un “acto de excitación nacionalista”, pero también, muy clara, del porqué estará ahí, porque conoce lo que historia ha registrado en la dificilísima convivencia entre las dos naciones. 

Que no lo cuenten…

A manera de reclamo, algunos preguntan: “¿Cuál es la idea?”, “¿cantar el himno nacional?”, “¿llenar el Zócalo?”. ¿Cuál es la idea de estos algunos (prensa y opinadores): ¿abrirles a los gringos la puerta de par en par?, ¿recibirlos en coro con el “God BlessAmérica” (Dios bendiga a América)? Eso quisieran.