La mala narrativa del titiritero
Por Mario A. Medina
En la mañanera del pasado jueves, la presidentA Claudia Sheinbaum dijo que le dan risa las críticas de ciertos personajes de la oposición política y mediática. Ha dicho que en esas aseveraciones “no hay una sola propuesta” de sus detractores. Efectivamente hay más hígado que inteligencia.
La crítica parte de un eje rector, de una narrativa en “nado sincronizado”, particularmente de articulistas y columnistas que en sus análisis “sesudos” pretenden generar una ficción, la mandataria “no es ella la que manda”; que quien sigue gobernando es Andrés Manuel López Obrador.
Efectivamente, las observaciones de éstos son poco analíticas; carecen de argumentos serios y pruebas. Se puede estar de acuerdo o no; se puede o no coincidir, son válidos a partir de su visión opositora; tiene, desde luego, derecho a disentir con quien gobierna, pero sería importante que no partan de sus fobias.
Lo mismo deberían hacer de algunos youtuberos, quienes, lamentablemente poco aportan al debate serio y responsable. Busca acumular likes; actúan como lo hicieron muchos a quienes hoy denuestan.
La presidenta Sheinbaum ha señalado en diversas ocasiones que las descalificaciones parten de actos de misoginia y, digo yo, son recetadas no sólo por hombres sino también de mujeres. Los temas son recurrentes, los que ella misma ha señalado: “que si quien gobierna es el presidente López Obrador; que por qué le sigo diciendo presidente, que por qué no tomo distancia del presidente; o por qué no rompemos con la 4T”.
Un ejemplo es el de José Antonio Crespo, colaborador de El Universal. “¿Caerá la dictadura venezolana?”, tituló su más reciente entrega, donde una vez más, a partir de sus fobias y odio al proyecto de la 4T, equipara al gobierno de Claudia con los de Nicolás Maduro de Venezuela y con el tirano nicaragüense Daniel Ortega; afirma con mentiras que el gobierno Sheinbaum está formando una “neo-dictadura”.
El hilo conductor es el mismo, la descalificación, por la descalificación. Una narrativa que no les ha funcionado: “México es Venezuela”; “Claudia es Maduro”. Efectivamente dan risa sus neologismos que buscan hacer parecer o igualar, lo que está muy, pero muy lejos de serlo.
José Carreño Carlón, quien es en suerte un vocero del expresidente Carlos Salinas de Gortari en los medios, constantemente lanzó dardos envenenados contra el exresidente Andrés Manuel López Obrador y ahora busca hacer lo mismo a la presidente Sheinbaum.
También en El Universal, tituló su colaboración semanal: “Cien días de Sheinbaum séptimo año de AMLO”, un título a todas luces misógino. Todo el texto está impregnado de lo mismo. Afirma que en los primeros cien días del gobierno de Claudia, ésta ha dejado la impresión de que “quien podría seguir gobernando es su antecesor” y, según él, “la misma percepción se refleja también en opiniones divididas en la prensa internacional”.
Otro caso, y tal vez el más indicativo de la guerra y la misoginia contra la presidenta, es el de Carlos Loret, además de otras muchas plumas que representan fuertes intereses políticos del PRIAN que buscan se regrese al pasado.
El periodista de Latinus, en su crítica ha ido de extremo a extremo no con un afán serio, profesional, de hacer señalamientos que pudieran ser válidos. No, su propósito ha sido ser el ariete de un grupo político, el de Roberto Madrazo y de otros enemigos de AMLO y ahora con más ahínco de Claudia Sheinbaum.
En su columna para The Washington Post, en el 2022, acusó a la jefa capitalina de “convertirse en “una mala copia de López Obrador”. Sin más datos, en 2021, el periodista aseguró que tras la “derrota electoral” de Morena en la CDMX, “fuentes de Placio Nacional” le informaron que AMLO citó a Claudia en Palacio Nacional donde “la regañó por mostrarse moderada”.
Va de extremo a extremo y, recién, en su noticiero, según destacó el portal Infobae, Loret aseguró que “la mandataria está absolutamente fascinada con la idea de tener más poder, del muchísimo que ya tiene”, afirmación que contrasta cuando él ha insistido una y otra vez que ella gobierna a la sombra del “Maximato” lopezobradorista.
Es cierto que no entienden que, como ella ha dicho, el proyecto de la 4T no es exclusivo de López Obrador, ella es parte también de dicha aspiración y no tiene por qué romper con AMLO como suponen muchos que lo debería a hacer como ocurría en los tiempos del PRI, cuando el nuevo “ungido” rompía con su antecesor.
Coincido con lo que escribió Jorge Zepeda Patterson en su libro “Presidenta”, donde señala que “Sheinbaum es una ´izquierda con Excel´”, y que “representa un cambio significativo respecto a su predecesor”.
Efectivamente, como explica Paterson, “Claudia no será una simple continuación del obradorismo, (y que) se entiende la fuerte lealtad hacia López Obrador y los principios de la Cuarta Transformación”.
Por fortuna al abrir diarios o portales podemos encontrar a otros comunicadores que contribuyen a mejorar los actos de gobierno, que señalan aciertos, pero también errores, incluso con dureza, pero con seriedad y profesionalismo y no con afanes golpeadores, destructores, a partir del hígado.
Desde antes de que Claudia ganara la elección, hemos leído y escuchado la narrativa del titiritero: “A un títere se le mangonea. Un títere no tiene personalidad ni voluntad propias”, etcétera, etcétera. La misma cantaleta.
Efectivamente, como les ha respondido Zepeda Paterson, el que crea que Claudia es un títere no conoce la personalidad de la presidentA. La de ellos es una mala narrativa del titiritero.
Que no le cuenten…
No veo a nadie de la derecha de este país, dígase políticos o comunicadores, que hayan puesto el grito en el cielo luego de que el viernes, en la última rueda de prensa del secretario de Estado de EU, Antony Blinken, éste ordenó sacaran al periodista Sam Husseini por hacerle una pregunta incómoda: “¿Hasta cuándo seguirá Estados Unidos apoyando a un aliado que viola sistemáticamente los derechos humanos y las leyes internacionales?” en referencia a Israel.
El hecho ha sido prácticamente silenciado. Algunos medios fuera del país han observado: “Esto sería un escándalo si ocurriera en China, Rusia o Venezuela, pero en Estados Unidos es defender la democracia”. No hemos escuchado levantar la voz para protestar a Felipe CaldeRon, ni a Bukele (El Salvador), a Gabriel Boric (Chile); tampoco a Daniel Noboa (Ecuador), menos a Corina Machado y Edmundo González (Venezuela). ¿No que muy demócratas?