Opinión

Aprovecharse de la desgracia

Por Mario A. Medina

Faltaba menos. Era de esperarse que diversos sectores de la oposición, entiéndase, partidos políticos, empresarios, periodistas, la derecha, pues, no iba a perder la oportunidad para llevar agua a su molino. Me refiero a lo que ha dejado a su paso el huracán Otis.

Faltaba menos, faltaba más. Habría que aprovechar el escenario que dejó el fenómeno meteorológico, el de un Acapulco devastado para que unas horas después de la desgracia, tomaran fotos y videos, y las subieran a sus Tik-toks, acusando al gobierno de no hacer nada.

Sacan raja política, faltaba más, faltaba menos. Dice Lili Téllez: “El Presidente ordenó no dejar pasar a los camiones con víveres”. Imagínese semejante mentira. La senadora panistase valió de una entrevista de ADN-40, una cuantas horas después del desastre, en donde una mujer que en su desesperación entendible, acusaba que no había ayuda, que no había manera de comunicarse. 

Efectivamente, como ha señalado el periodista de La Octava, Jesús Escobar,  “hay que estar en el lugar para entender la desesperación de gente, pues perdió todo, y es entendible que sienta que no hay ayuda, pues quisiera que en el momento la tuvieran”.

Era imposible que con las comunicaciones destrozadas, el aeropuerto en condiciones difíciles, sin poder aterrizar avión cualquiera, la presencia del Ejército, la Marina de la Guardia Nacional, de la Comisión Federal de Electricidad, y todas las dependencias del gobierno fuera inmediata, cosa que sucedió cuando poco después.

Muchos políticos y periodistas opositores no desaprovecharon la oportunidad para publicar un cúmulo de verdades a medias y de mentiras completas, frases hechas: “el gobierno está paralizado”, pero no son capaces de explicar las circunstancias que impedían por qué fue imposible saber lo que venía o por qué la ayuda no fue inmediata.

Pocos como Javier Solórzano, quien en su columna “Quebradero” del diario La razón, escribió: “Las previsiones que se tenían respecto al fenómeno meteorológico tuvieron una variación significativa que llevó a que la fuerza del huracán pegara además en tierra cuatro horas antes de lo que se tenía previsto.

Javier dijo que consultó con diversos especialistas que “nos hacen ver que hay algo de inesperado en la forma en que se dieron las cosas”.

Habría que reconocer la nota publicada en “El Economista TV” de este viernes, donde se explica que, de acuerdo con el reporte, Gestión de Riesgos de Fenómenos Meteorológicos y Desastres para Mejorar la Adaptación al Cambio Climático, presentado por el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático, se dice que “hay muy poca evidencia, investigación y herramientas que permitan anticipar con precisión una evolución a largo plazo en el comportamiento de los ciclones tropicales en cuanto a nivel intensidad o frecuencia”.

La nota se puede encontrar en YouTube, y se dice: “en esto coincide la doctora Cristian Domínguez Sarmiento, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM y explica las condiciones que se dieron para la sorprendente evolución de Otis que encontró los factores que lo ayudaron a formarse”, como haber pasado de tormenta tropical a categoría 5 en menos de 12 horas, situación que “si tomó por sorpresa de especialistas y tomadores de decisiones”, se precisa.

Tampoco han retomado al diario estadunidense, The Washington Post, que afirma que  ni el Centro de Huracanes de Estados Unidos pudo prever lo desgracia que traía Otis, y que éste fenómeno podría ser el primero de muchos tempestades que como consecuencia del cambio climático, en lo futuro, pueda traer huracanes como el que arrasó con Acapulco y parte del estado de Guerrero.

Se evita destacar lo que ha publicado la revista Wired de los Estados Unidos, que es común atienda temas científicos, y que divulgó “la sorpresa que provocó en el mundo de la ciencia que Otis haya escalado de tormenta tropical a evento de categoría 5 en menos de 12 horas”, y que “nadie detectó a tiempo que se convertiría en la peor tormenta de los últimos 30 años en el Pacífico”.

Wired apunta que “los modelos no predijeron la intensidad del fenómeno con la antelación usual, lo que dejó a Acapulco, una región mexicana densamente poblada, con poquísimo tiempo para prepararse ante la catástrofe”.

Para provecharse de la desgracia, ni más ni menos, se ha creado toda una narrativa que tiene un propósito, y más en estos tiempos de elecciones, donde se anteponen intereses políticos y no de las personas, pues los opositores se imaginan que “gracias” a Otis podrán ganar la Presidencia de la República, y por eso utilizan la desgracia humana.

Allí está, como espécimen patético, la candidata presidencial del PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez que acompañada de medios, faltaba más, fue a entregar (tres cajitas) víveres a la Cruz Roja de Polanco, y cuando trataba de poner de ejemplo a un ciudadano que lleva ayuda, alguien, que no se puede ver, le reclama: “Aquí se viene a ayudar, no a hacer política”.

Efectivamente, ese momento en el que la candidata de la derecha pretende presumir su “bondad”, muestra lo que hay detrás de su “caridad”, a pesar de que dice: “aquí no hay partidos políticos”. Hay, lo que dice que no hay, el beneficiarse de la desgracia.

Que no le cuenten…

Un ejercicio de imaginación. Supongamos que estamos siete u ocho años atrás y gobierna Enrique Peña Nieto, o aún antes, Felipe Calderón, y que van a Acapulco en esa unidad del Ejército, en la que viajaba López Obrador pero que se quedó atorada en el lodazal. 

Los pies de foto de los medios, las imágenes de la televisión o las descripciones en la radio, nunca, pero nunca hubieran hablando que esa foto era muestra que Calderón o Peña su gobierno estaba en medio del lodazal.

Por el contrario, habrían descrito de cómo “el señor Presidente se ensució los zapatos para supervisar la ayuda a los mexicanos”, ni más ni menos.