Porfirio, ¿valiente?
Por Mario A. Medina
Luego de aquel momento “histórico” cuando Porfirio Muñoz Ledo se atrevió a interpelar al Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, durante su último informe de gobierno en el Palacio Legislativo de San Lázaro (1 septiembre 1988), en las calles, en las plazas, los simpatizantes del Frente Democrático Nacional (FDN) recibían al ex priísta con un:“¡Porfirio, valiente, callaste al Presidente!”
Aquella “porra” era miel sobre hojuelas, música para su ego; su rostro se mostraba ufano, se sabía el centro de las miradas y que podía ser, ¿por qué no?, el candidato presidencial en 1994 por aquel gran movimiento, el de la Corriente Democrática (CD) del PRI y, desde luego, el Presidente de México.
Siempre he dicho que las mujeres y hombres muy inteligentes, al saberse tal cuales, confían tanto en sí mismos en que son “superdotados”, que tanta es su confianza que se tropiezan con su propia inteligencia, se enredan, se hacen bolas con esas capacidades de privilegio.
Desde luego, creo que algo parecido le ha ocurrido a este personaje reconocido por sirios y troyanos. Fue boxeador, campeón de oratoria, un hábil y sagaz polemista, diplomático presuntuoso; político con una amplísima cultura como pocos, sabedor de “amarres políticos”, de la “grilla”,amén de hacedor de teorías, todo un intelectual, todo un “estuche de monerías”.
Sin embargo, la vida no ha sido del todo “buena onda” con Porfirio. Desde luego que tenía todas las credenciales para haber sido Presidente de México. Tal vez hubiera sido uno excelente primer mandatario, no cabe duda, pero como todos, dirán los sicólogos, vivimos con frustraciones, amores inalcanzables, metas soñadas, alucinaciones.
Insisto, Porfirio Muñoz Ledo es y ha sido un referente de la vida política en nuestro país. Uno de los personajes que mejor lectura tenían de la vida nacional de aquí y de afuera:
“A mí me hubiera gustado –todo el mundo lo sabe– la construcción de un partido socialdemócrata moderno como ocurrió en Francia, como ocurrió en varios lugares del mundo, para lo cual era necesario ir diluyendo pronto la idea caudillista del poder e ir incorporando a nuevos grupos sociales –profesionistas, maestros, intelectuales– a los procesos del poder, como se hizo en otros países, hasta ser una alternativa de gobierno”.
Lo mismo era un observador de la política internacional: “La Guerra Fría no se superó, se trasladó a otros tantos países a partir de la caída del muro de Berlín. Bueno, obviamente los países de la periferia sufrimos las consecuencias indirectas…”. (Trayectorias, vol. VII, núm. 17, enero-abril, 2005, pp. 96-113 Universidad Autónoma de Nuevo León).
Porfirio, ave de las tempestades. No hace mucho, recientemente, hizo un llamado para “defender” la Constitución de la República. Como diputado federal por Morena dijo: “Este es un momento de no retorno, o nos vamos de un lado, o nos vamos del otro; o nos vamos hacia la democracia o nos vamos al autoritarismo”. El emplazamiento porfiriano era porque la Cámara de Diputados había aprobado ampliar el periodo del ministro Presidente Arturo Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se dice, “por instrucción presidencial”.
Muñoz Ledo invitó públicamente para ello al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y a la Senadora Ifigenia Martínez, dos de sus compañeros en aquella aventura de la CD del PRI y del FDN por democratizar a México por allá de 1987. Ninguno de los dos acudió al encuentro. Le hicieron el feo, el vacío.
Pero no sólo fue un político incómodo para Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Felipe Calderón y, antes, aliado de Vicente Fox. Hoy se ha enfrentado al mismísimo personaje al que tuvo el honor de ceñirle la banda presidencial el 1 de diciembre de 2018.
Lamentablemente para él, como para todo mundo, el tiempo no perdona, aunque hay que decirlo, a su edad, 88 años, sus capacidades aún siguen siendo de privilegio. Sabe dónde golpear y dónde duele. No cabe duda. Urgió ¿al Presidente a cuidarse de la “traición de Marcelo”, pero también en una entrevista con Adela Micha, ésta aprovechó el ímpetu de Porfirio para que éste vomitara lo mismo que la derecha y los empresarios piensan y dicen del gobierno de la 4T, que en voz de ellos no suena, pero en la de Muñoz Ledoretumba.
Sin embargo, a Porfirio el ego y las primeras planas le siguen ganando. Se sigue viendo, se sigue soñando como el centro político de este país, el referente nacional; desde luego muchos de sus argumentos oposicionistas pueden tener razón, lo mismo que sus preocupaciones porque la democracia no se vaya “al carajo”.
Ha sido un “amante” de partidos políticos. Militante, candidato, diputado del PRI, PARM, PRD, PT y Morena, pero lamentablemente para él en ninguno ha despegado como se ha soñado, como se ha visto, o como se lo merece, probablemente, por sus credenciales, por su sapiencia y colmillo retorcido.
En sus acomodos para seguir vigente, resulta que ahora colaborará como “estratega” de Movimiento Ciudadano, cuyo dirigente, Dante Delgado, sabe de las “debilidades” del político y por ello a nombre del partido naranja le entregó la medalla Benito Juárez “por su contribución a la democratización de México y por ser un referente de la socialdemocracia”. Con la presea ajustada al cuello, Porfirio alertó: “El gobierno de López Obrador tenderá a desgajarse; sólo demuestra el temor al vacío de poder…”.
En 1976 Luis Echeverría contó en sus memorias que cuando todavía era Presidente de la República, visitó a Muñoz Ledo en su casa, y en el jardín le dijo: “Es muy pequeño para recibir contingentes”. Tiempo después Porfirio habría de recordar ese momento: “En ese instante creí que el dedo me había iluminado”.
¿Qué nos podría decir un psiquíatra avezado en la política nacional, conocedor de los afanes y sueños porfiriomuñozledistas, de sus egos, de sus propósitos de seguir siendo el centro de la atención, de sus frustraciones por no haber sido “iluminado por el dedo de Dios”? ¿En verdad PML sigue siendo aquel valiente que calló al Presidente o un político frustrado que sólo le queda la gritería, el chillido?
Que no le cuenten…
En 18 Congreso nacional del PRD, lo que queda de la membresía, renunció a su filiación de izquierda. Ahora se define socialdemócrata. Su presidente, Jesús Zambrano, ha dicho que el partido de Los Chuchos tiene futuro, que va a volver a ser una fuerza influyente, determinante en el 2024. Claro está, lejos de Andrés Manuel López Obrador, y sí, muy cerca de Claudio X. González.