No generemos falsas expectativas y no metamos presión a los atletas paralímpicos en Tokio
Por Nelson Vargas
PERFIL
Después de que, en la primera participación de una delegación mexicana en los Juegos Paralímpicos, en Heidelberg 1972, nuestros atletas no obtuvieron resultados esperados, para las siguientes ediciones de estas competencias (desde Toronto 1976) se ha hecho costumbre que haya una buena cosecha de medallas, aunque por ahí en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Río 2016 se obtuvieron números bajos.
Eso, por supuesto, no quita que estos atletas han dado muchas satisfacciones al pueblo de México y que ahora, a un par de días del inicio de Tokio 2020, vuelvan a generarse grandes expectativas. Sin embargo, debemos ser prudentes en estos tiempos de pandemia y de cierto olvido de las autoridades del deporte en México para con muchos de estos representantes y no ponerles encima más presión de la que de por sí puede existir.
A Japón van 60 atletas (29 mujeres y 31 hombres), en busca de medallas, con todo y las complicaciones que se han tenido hacia el final del ciclo paralímpico. Por eso es que digo que no generemos falsas expectativas y disfrutemos de lo que pueden lograr en disciplinas como judo, paranatación, paraatletismo, halterofilia o la bocha, en los que claro que se tienen esperanzas de medallas, pero vamos con
calma, vamos paso a paso.
Para muchos, el número mágico de medallas en Tokio 2020 es de 11, con lo que México llegaría a 300 en la historia, ya que cuenta con 289 medallas de las cuales 97 han sido de oro, 90 de plata y 102 de bronce. Y pueden ser más, pero no generemos de más para no toparnos con pared, como sucedió en los Juegos Olímpicos, hace cuestión de unas semanas.
La historia de México en los Paralímpicos, después de no obtener medallas en 1972, fue de crecimiento hacia 1976 cuando se obtuvieron 16 oros 14 plata y 9 de bronce;
en Arnhem 1980 (la mejor de la historia) se dieron 20 oros, 16 platas y 6 bronces para un total de 42.
En 1984 —Nueva York y Mandeville— fueron en total 37 con 6 oros, 14 platas y 17 bronces. En Seúl 1984 fueron 8 de oro, 9 de plata y 7 de bronce (24). Como habíamos dicho, la cosecha bajó en Barcelona 1992 con 11 totales, sin oros, una sola plata y 10 bronces. Se recuperó un poco en 1996 con tres doradas, 5 plateadas y 3 de bronce.
Para el nuevo siglo los números se volvieron a disparar en Sidney 2000. Fueron 34 medallas en total con 10 oros, 12 platas y 12 bronces. En Atenas 2004 se mantuvo esta tendencia con 14 oros, 10 platas y 10 bronces (34). Para Beijing se bajó en
números (20 en total), pero con una buena cantidad de oros (10). En Londres fueron 21 preseas de las cuales 6 cayeron de oro, 4 de plata y 11 de bronce.
En Río 2016 volvió a bajar la producción; solamente 15 medallas con 4 oros, 2 platas y 9 bronces. Viendo lo que sucedió en esos últimos Juegos y las dificultades que han pasado los atletas, sobre todo, por la pandemia, vayamos con calma. Ellos saben bien que tienen un país que los respalda, que sabe de su capacidad. Esperemos que les vaya bien, pero no los carguemos de presión innecesaria y falsas expectativas.