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La Raza: Una ciudad médica engullida por el Covid

Por Miriam Castillo y Samuel Adam

Esta información fue publicada originalmente por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en: https://contralacorrupcion.mx/la-raza-una-ciudad-medica-engullida-por-el-covid/

Afuera del Hospital de Infectología Dr. Daniel Méndez Hernández de La Raza las familias de los pacientes que entraron por la puerta-estacionamiento habilitada como área de emergencias para Covid esperan información. Sus hijos, sus padres, sus amigos fueron admitidos en el hospital en muchos casos con síntomas visibles del virus: dificultad para respirar, fiebre y fatiga.

Es la tercera ola de contagios de Covid en la Ciudad de México y al corte del 6 de agosto la ocupación hospitalaria era de 62 por ciento, aunque hoy hay 5155 camas, 1255 más que hace un mes.

Las autoridades de la Ciudad de México advierten que siempre pueden convertir muchas más camas para atender a enfermos de COVID. Los médicos, residentes y enfermeras opinan distinto. 

En el Hospital de Infectología de La Raza la situación es compleja: el Sistema de Información de la Red IRAG reportó al corte del 9 de agosto 100 por ciento de ocupación hospitalaria. Al inicio de la pandemia, en marzo del 2020, el IMSS informó que el Hospital contaría con 128 camas para atender casos Covid. Un año después, a pesar de ser uno de los hospitales más importantes para atender a los enfermos en la Ciudad, no hay una sola cama nueva. 

Afuera del hospital, una enfermera que se toma un respiro poco antes de las 2 de la tarde, previo a entregar el turno, sale a comprar un poco de agua en un puesto improvisado de dulces abajo del puente peatonal que cruza el Circuito Interior. Prefiere guardar su identidad, pero dice que en el área de camas no hay disponibilidad, y la espera en urgencias es prolongada. Hace dos semanas que ella percibió una subida de golpe en el número de pacientes, pero las cifras de la Red IRAG indican que desde el 19 de junio, el Hospital de Infectología de La Raza se ha mantenido por arriba de 70 por ciento en ocupación.  Para el 14 de julio la cifra subió a ninguna cama disponible y de ahí no ha bajado.

Cuenta que las condiciones para el personal médico no han cambiado hasta ahora, como podría ser una ampliación en sus horas de trabajo, pero que la situación, otra vez, es complicada.

Le ha tocado enfrentar toda la pandemia, pero a esta tercera ola la enfermera llega con dos dosis de la vacuna y equipo de protección personal. Se siente más aliviada, aunque hasta ahora no ha salido positiva, ya que les han aplicado pruebas. “¿No ha tenido síntomas en todo este tiempo?”. No”, responde con cierto asombro de sus propias palabras. Pero en el camino ha visto a compañeros enfermar, frunce la frente sólo al recordarlo. Hubiera deseado que el gobierno anunciara en la tercera semana de julio el regreso a semáforo rojo, con mayores restricciones de movilidad y así no escalar en la ocupación hospitalaria.      

Ahora las personas menores de 40 años son recurrentes como pacientes en La Raza. El 23 de julio, el Gobierno de la Ciudad de México reconoció un incremento de contagios entre personas de 18 a 40. Ese día se anunció el regreso de la capital al semáforo naranja, pero los restaurantes, los locales comerciales, todo sigue como si el semáforo estuviera verde.

Desde el inicio de la pandemia, las cinco torres de este hospital han recibido a pacientes Covid, lo que ha significado la desatención de muchos otros padecimientos.

Después de 16 meses de pandemia, la capital del país está en la tercera ola de contagios. El siguiente texto relata la tragedia de la primera ola. No mucho parece haber cambiado desde entonces…


El 18 de marzo de 2020 al hospital La Raza llegó una ambulancia blanca con tres líneas de los colores de la bandera de donde tres paramédicos bajaron a un paciente en una cápsula transparente sellada. 

Era un hombre de 54 años que venía del Hospital de Xalpa, en Azcapotzalco y que fue el primer paciente plenamente diagnosticado con  Covid-19 en las instalaciones del Hospital de Infectología del Centro Médico de La Raza.

Después de eso, el Hospital La Raza, uno de los nodos de atención para la salud más grandes de la Ciudad de México que lo mismo atendía gripas simples, partos y cirugías de ojos hasta trasplantes y tratamientos experimentales para el cáncer, fue engullido para tratar padecimientos de Covid-19. La mayor parte de la actividad médica que no tuviera que ver con el virus se detuvo y el número de los servicios que se brindaba a los pacientes desde hace décadas cayó por debajo de la mitad.

En mayo, la torre de Infectología destinada exclusivamente a atender Covid, solo tuvo una cama disponible de las 128 con que cuenta. Las camas se llenaron rápido de pacientes infectados con el virus y el hospital dejó de dar tratamientos y hacer detecciones de enfermedades como el VIH Sida, tuberculosis, hepatitis y sarampión, que antes de la pandemia eran atendidas en la torre de Infectología, según los mismos comunicados del hospital meses antes de la crisis.

Pero el Covid-19 no se quedó en una sola torre; no respetó las separaciones con tablaroca con las que el hospital intentó aislar algunas áreas o los pasillos en los que pasaban las camillas con los enfermos. También invadió las otras torres del Centro Médico. 

A partir de la llegada de aquel paciente hubo enfermos de coronavirus en todas las áreas del hospital.

La Raza es un complejo de cinco torres que funcionan de manera independiente como un propio hospital: el Hospital General de La Raza, el Centro Médico Nacional La Raza, el Banco Central de Sangre, el el Hospital de Gineco Obstetricia No. 3 y el Hospital de Infectología.

Según los números del hospital, entregados a través de solicitudes de transparencia realizadas por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, los procedimientos y las atenciones brindadas en el complejo de La Raza bajaron en pleno pico de la pandemia. 

Las consultas y cirugías que se realizaban en el Hospital General de La Raza cayeron a la mitad:  de 654 diarias pasaron a solo 315 a partir de marzo de 2020. Toda la medicina preventiva y consultas de seguimiento en operaciones y en procesos de rehabilitación se pospusieron después de la primera declaratoria de emergencia hecha el 23 de marzo del 2020. 

En la torre de Especialidades se pararon las consultas y pasó de brindar más de 7 mil consultas mensuales en febrero, a solo 900 en julio de 2020. Cirugías de corazón, trasplantes, procesos experimentales se pararon en seco.  En febrero cuando las alertas no estaban activadas, la unidad de especialidades había atendido en consulta a 7 mil 879 pacientes en la división de especialidades y se realizaron 941 cirugías. Para mayo, cuando se registró el primer pico de la pandemia con más de 67 mil 939 contagios y 8 mil 71 muertes reportadas por las autoridades de salud, el hospital de especialidades solo practicó 179 cirugías, 20 por ciento de las que se practicaron en febrero.


La llegada del virus a México obligó a los hospitales de todos los sistemas de Salud a implementar estrategias para atender a los enfermos por el virus. La experiencia de México en el tema de la influenza hizo que las autoridades decidieran calcar la estrategia aplicada en 2009 y convirtieron algunas camas en exclusivas para infectados con el nuevo coronavirus.

Según los epidemiólogos y expertos en políticas de salud como Xavier Tello, médico cirujano y analista en políticas de salud, lo ideal en la conversión hospitalaria era adaptar las áreas que pudieran aislarse, aquellas que contaran con una entrada independiente. Sin embargo, no todas las infraestructuras hospitalarias podían con esas adecuaciones así que, en ocasiones, las separaciones solo eran paredes de tablaroca en las rutas de tránsito o pisos completos aislados, lo que hacía complejo llevar las camillas hasta ese punto.

“El problema de la conversión hospitalaria en México es que se ocupó el mismo modelo de la influenza y la Covid-19 no es lo mismo que la influenza. Esto es más largo. No era suficiente convertir camas, porque no se iban a recuperar con el cambio de temporada”, explicó Tello en entrevista con MCCI.

Quizá un ejemplo más claro lo brinda uno de los médicos que atiende en la Raza desde el inicio de la pandemia: “Pasamos de siete camas ocupadas a un piso entero con pacientes de Covid en un solo día. Recibimos pacientes que llegan cada vez más graves. Los pacientes siempre son que tengan su prueba positiva o que tengan sintomatología. Las altas son por defunciones y así es como se liberan los lugares. Hay algo a lo que no nos podemos acostumbrar (que) es a la muerte continua de las personas.  Es demasiado ver tantas personas que mueren a diario”, platicó en enero de 2021 Raúl, uno de los médicos que trabaja en la unidad médica en la torre de infectología.

Además, el sistema hospitalario en México operaba con carencias y fallas en los hospitales desde años atrás como falta de personal, áreas sin ampliación ni mantenimiento, algunas instalaciones dañadas por sismos e inundaciones. La pandemia por Covid-19 únicamente hizo que éstas fueran más evidentes y salieran a flote.

La Raza tenía una remodelación pendiente a partir de los daños que sufrió en el terremoto del 19 de septiembre de 2017. Tras el sismo, el hospital contrató a una empresa para reparar el área de urgencias que había sufrido daños, pero el contrato fue rescindido porque las obras no avanzaban al ritmo necesario. Al final, sólo se realizó el 10 por ciento de la obra planeada. 

Una auditoría interna del caso no detalla si hubo inhabilitaciones o una sanción más grave por el incumplimiento de contrato. 

El Centro Médico de La Raza fue fundado en la década de los 50 para dar atención a las zonas metropolitanas que estaban lejos del centro del entonces Distrito Federal. Desde su fundación tomó un lugar en procedimientos de avanzada y en la atención de crisis, dio servicio a las víctimas de tragedias como la explosión de una pipa de gas en San Juan Ixhuatepec en 1984 y a las del terremoto de 1985, cuando recibió a quienes habían quedado atrapados después del colapso del Hospital General.

Durante la pandemia que inició en 2020 el panorama fue completamente distinto. Si bien todos los hospitales presumieron que tenían capacidad para afrontar la crisis, la principal merma fue el número de médicos y enfermeras contagiados. En el caso de los doctores tratantes en las instalaciones de La Raza uno de cada tres contrajo el virus, mientras entre las enfermeras casi dos de cada diez fueron contagiadas.

Los médicos protestaron en las calles porque no contaban con equipo de protección personal suficiente, aún así el complejo siguió operando y atendiendo pacientes. Eso los convirtió en el complejo con mayor número de contagios entre el personal de salud, a pesar de que algunos de sus hospitales no formaron parte de la red considerada para tratar la pandemia.

“Muy al principio, cuando no sabíamos cómo funcionaba eso de los contagios, salimos con pancartas aquí, sobre la banqueta. Pero después nos dijeron que iban a traer equipo. Pensamos que iba a ser suficiente. Quizá debimos protestar más”, platica Hugo, uno de los médicos que recibe pacientes en urgencias del hospital general.

El panorama de contagios no mejoró a lo largo de la pandemia, todo el complejo del hospital La Raza registró el mayor número de personal médico contagiado incluyendo el personal de apoyo que labora en el hospital.


Al paciente de la cápsula que llegó en marzo lo recibieron en la puerta de entrada tres médicos cubiertos de arriba abajo con batas blancas, guantes y lentes protectores. Todos tenían, además, mascarillas pagadas por su cuenta, más complejas que los cubrebocas desechables que el gobierno federal proporcionó en las primeras semanas entre el personal médico.

El 27 de marzo, nueve días después del primer caso diagnosticado, los médicos del hospital hicieron la primera de varias protestas por falta de protocolos, insumos y equipo de protección. 

Para el 1 de abril, solo 14 días después del primer paciente, los registros oficiales del IMSS ya reportaban 39 casos de coronavirus entre el personal. Del inicio de la pandemia a diciembre de 2020 se tuvo registro de 658 enfermeras contagiadas de coronavirus, 383 médicos, 46 laboratoristas y 990 personas en “otras categorías” que incluyen personal de radiología, intendencia, camilleros y personal administrativo.

El nivel de contagios, aunado a la poca contratación de personal dejó disminuida la capacidad del hospital de reaccionar a la situación de emergencia de la mejor manera. 

En marzo de 2020 ya cuando se había presentado un caso de coronavirus internado, el instituto reportó “un poco más de 800 trabajadores de la salud y 128 camas de hospitalización” disponibles. Lo mismo que se reportó 16 años antes, el número tanto de trabajadores como de camas disponibles fue exactamente el mismo.

“Nunca había visto tantos pacientes, tanta gente, tanto movimiento. Y hemos estado en emergencias. Algunas muy fuertes, de esas que uno ve en la tele. Pero aquí era otra cosa. Y de repente ya no éramos muchos. Había quienes se reportaron enfermos. Los que sí se quedaron, por vocación y cosas así, pues murieron muchos”, platica una de las enfermeras que trabaja desde hace más de 25 años en la institución, pero prefirió reservar su nombre. 

En enero de 2021 los médicos se manifestaron en la avenida Vallejo para pelear, de nuevo, por medicinas y equipo.

El hospital de Ginecología y Obstetricia, sin formar parte de la red de hospitales IRAG, es decir los que estaban registrados ante la secretaría de Salud como hospitales que recibirían pacientes infectados de Covid tuvo 193 contagios entre su personal.

“No es que rechazáramos a las mujeres que venían por atención y que en la evaluación encontrábamos que estaban contagiadas. Se destinó un área para evitar un brote. Pero como los trabajadores no estábamos registrados como primera línea, el equipo de protección nunca fue suficiente”, explicó una de las doctoras que labora desde hace cinco años en el hospital.

No es solo cosa de números

Las cifras que da a conocer el gobierno federal no solo implican que las camas en los hospitales no están disponibles para atender a los pacientes, sino una carga altísima de cansancio y agotamiento en quienes las atienden.

El hospital La Raza de Infectología cuenta con 148 camas. De ellas, según el reporte diario de COVID el 15 de abril, 57 estaban disponibles para tratamiento de pacientes con Covid-19.

El 16 de abril había 50 camas libres. Es decir, había siete pacientes con coronavirus atendidos en la torre de infectología. Para el día siguiente, el mismo hospital reportó a la secretaría de Salud, que contaba con 135 camas (85 camas más que el día anterior) para atender a enfermos de Covid, de las cuales solo 50 camas quedaron disponibles para el 18 de abril de 2020.

A un año de atender Covid en las instalaciones del hospital los médicos continuaban con protestas por falta de equipo y por lograr que todo el personal quede vacunado. Poco a poco regresan los pacientes que estuvieron en casa durante un año a tratar los padecimientos que no pudieron vigilar en un año de pandemia. 

“Todavía nos falta saber cuánta gente dejó para después diagnósticos y tratamientos. No vamos a terminar pronto. No sé si vamos a terminar un día”, dijo Eulalia, una de las enfermeras del hospital.

Camas reportadas en CDMX

Esta información fue publicada originalmente por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en: https://contralacorrupcion.mx/la-raza-una-ciudad-medica-engullida-por-el-covid/

Fotografía: Lucía Vergara