¡Nuestra gran Paola! La clavadista de las medallas
Por Nelson Vargas
PERFIL
Una plata y un bronce en Juegos Olímpicos; un oro y dos bronces en Campeonatos del Mundo; sumados a los ocho oros, cinco platas y cinco bronces en Copas del Mundo, son un breve resumen de los grandes triunfos de Paola Espinosa.
Este recuento está sin las preseas panamericanas y centroamericanas que consiguió y ni siquiera podemos contar los podios nacionales conquistados con su talento.
Paola, no sólo con su carisma y don de gente, conquistó a los mexicanos. Fueron su entrega, sacrificio y enorme orgullo los que nos llevaron a cada mexicano a respaldar una carrera impecable, en la que el mundo acuático se vio representado innumerables veces y, además, fue consolidado todo esto con un extraordinario e inolvidable reconocimiento: Logró, con su trabajo, el gran honor de ser la abanderada de México en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Puedo seguir tratando de recordar todo lo que Paola le ha brindado a cada uno de los mexicanos, a los niños que la siguen, a los jóvenes que soñaban con lograr al menos un porcentaje de sus innumerables triunfos. Hoy, el panorama es diferente, derivado de una serie de situaciones que se salen de control para cualquier atleta.
En primer lugar, una afectación terrible cuando el máximo ente rector de este deporte, como la Federación Mexicana de Natación, no tiene las reglas claras, al no contar con una ruta establecida durante un ciclo olímpico; por eso, sucede lo que ha venido ocurriendo.
Nadadores sin rumbo, luchando con sus familias para alcanzar de la mejor manera el alto rendimiento; nadadoras sincronizadas involucradas en una serie de inconvenientes que afectan su buen desarrollo deportivo; un polo acuático casi inexistente; y unos clavados sin una planificación exacta, mucho menos una forma de evaluarse de manera adecuada, sumado a una serie de chequeos que han creado dudas y, sobre todo, comprometiendo el buen nombre de cada atleta, entrenador, y una Federación que pierde su prestigio ante el silencio y la poca gestión de sus directivos.
A lo anterior, le debemos sumar que esos atletas, como tantos otros en diversas disciplinas, han buscado de una u otra manera consolidar mayores recursos desde las empresas privadas y ahí nacen los representantes de atletas, que claramente han dado otra línea a estos deportistas, quienes han confiado su imagen a ellos, lo que se ha traducido en un asesoramiento en medio de conflictos y la pérdida de tantos años de trabajo.
Hoy, escribo con inmenso dolor esta columna. Seguí en primera línea lo que sucedía con Paola, con sus declaraciones, con las respuestas de otros deportistas de alto rendimiento y no deja de doler que la INMENSIDAD de una trayectoria tan brillante termine en esto, en redes sociales bloqueadas, en conflictos entre uno y otro deportista y, sobre todo, en una medallista olímpica que termina su carrera deportiva de esta manera.
Para mí, valen más sus medallas y todo lo que le brindó a México. El inconveniente han sido los procesos que han generado dolor y los asesores de imagen, que por seguir vendiendo y generando recursos provocan tal afectación que el silencio termina siendo la fórmula.